Esto fue extraordinario; aún no logro explicármelo, sucedió un día del invierno pasado.
Yo estaba sola en casa, cuando me dieron ganas de tomar un vaso de jugo. Antes de entrar a la cocina sentí ruidos y me detuve a escuchar. Pero tal fue la sorpresa, que jamás olvidaré.
Los cuchillos, las tazas, los tenedores y todos los artefactos de cocina...¡CONVERSABAN!. Estos decían que nosotros, mi familia y yo, los tratábamos mal; la cuchara se quejaba por estar toda oxidada, el tenedor lo hacía por estar doblado y que tenía dolor de espalda, la taza estaba furiosa ya que no podía oír, pues el día anterior le habían roto su oreja. El vaso reclamaba que en invierno lo lavaban con agua fría y se refriaba. Sin embargo todos los artefactos electrodomésticos más los servicios de cocina tenían miedo a ser desechados y quedar igual que el resto de los objetos apilados y abandonados en el desván. ya que según ellos una vez que llegan al desván son olvidados para siempre.
Bueno, esto fue lo que escuché en mi cocina, pero cuando entré, todo estaba en orden. Y eso me hizo pensar en tantas cosas que ya no ocupo y que podría reutilizar, para así cuidar un poco más el mundo.
Autor: Catalina Concha
Curso: 5º básico
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